miércoles, 11 de noviembre de 2009

Monseñor Adames: Los hilos de su vida

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Conocí a Monseñor Adames, una semana antes de ordenarme sacerdote, en diciembre de 1967. Fui a verlo no solamente para que me conociera antes de “imponerme las manos”, sino también para recibir sus consejos: cultiva el uso de la Biblia, estudia el ser del dominicano, su antropo-logía, me dijo
Monseñor Roque Adames había llegado a Santiago de los Caballeros en el verano de 1966 desde la ciudad capital con 37 años de edad.
No era fácil para el novel obispo suceder a Monseñor Polanco, hombre de estilo señorial y con 10 años bien exitosos a la cabeza de la diócesis. ¿Cómo se fue revelando el nuevo obispo, oriun-do de Janico, donde había recibido en su niñez un impacto vocacional de los Padres Fortín y Victorino?

Primero. Como una persona inteligente, sensata, y sumamente preparada en universidades de España, Italia e Israel. En la puerta del renombrado Biblicum de Roma, junto a la famosa Uni-versidad Gregoriana, hay una tarja con una lista de nombres de alumnos sobresalientes. Esta lis-ta la encabeza “Roque Antonio Adames Rodríguez”, alumno brillante, siempre Suma Cum Lau-de, tanto en Santander, como en Roma y Jerusalén, donde estudió Filosofía, y profundizó Teolo-gía y Biblia.
Para el Padre Roque Adames ordenado en 1954, fue un sacrificio aceptar el nombramiento de Obispo. El se sentía más a gusto en el aula, en la cátedra, en la universidad.

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